LA CANCIÓN DEL EMPERADOR
Mille regretz de vous habandonner,
et deslongiers vostre fache amoureuse,
jay si grant doeul et paine doloreuse,
quon my verra brief mes jours definer.
Traducción:
Mil penas por abandonarte
Y alejarme de tu rostro amoroso;
Tengo tal pena y dolor que pronto
Mis días llegarán a su fin.
Este texto pertenece a la chanson escrita por Josquin Desprez y favorita del Emperador Carlos V, la belleza y la tristeza se unen en un todo, despertando ese sentimiento de nostalgia y evocación propias de esta época, y en especial de nuestro protagonista pues parecen evocar su tristeza ante la muerte de su amada Isabel de Portugal.
Así Narváez la titula “La Canción del Emperador” pues le constaba que era en cierta manera su himno y esa magia que emana de sus notas y contrapunto magistral, realmente hiela el aliento de quien la escucha con sentimiento.
De los siete vihuelistas de los que se conservan fuentes vamos a escuchar obras de cuatro de ellos: Fuenllana, Mudarra, Milán y Narváez, por cierto citando el libro de Bermudo advierte: “Tengo por mejores tañedores a Narváez, …… Fuenllana músico de la señora marquesa de taripha, a Mudarra canónigo de la iglesia mayor de Sevilla…..” sus canciones, tiene un don inimitable para la melodía y la disposición de las letras.
La segunda parte de este concierto es un homenaje a uno de los mejores compositores para laúd de todos los tiempos: John Dowland (1563-1626); maestro en la creación de ayres para voz y laúd, publicó tres libros de ayres entre 1597 y 1612. Las piezas en cuestión son un total de 85. La principal influencia europea ejercida sobre Dowland fue, casi con certeza, la de los airs de cour y voix de ville franceses, que seguramente le cautivaron durante sus años de estancia en París alrededor de 1580, Dowland es un gran autor de canciones, tiene un don inimitable para la melodía y la disposición de las letras. Dowland publicó The First Booke (El primer libro), en 1597, luego vineron The Second Booke (1600) y The Third and Last Booke of Songs (1603) En estos dos últimos libros hay menos canciones estróficas o de danza que en el primero, y las partes para el laúd poseen a menudo una complejidad contrapuntística que las sitúa en la misma categoría que la voz o las voces. Entre las primeras canciones de The Second Booke hallamos algunas de las mejores de Dowland. I saw my Lady weepe posee una especial belleza; su análisis del amor melancólico en las dos primeras estrofas está aligerado por la exhortación de la tercera a “esforzarse para no pujar en aflicción”, la canción Flow my tears es una versión de su Lachrimae para laúd sólo.