Manolo Acedo se formó en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Mérida.
Compagina su actividad artística con la de ilustrador y diseñador gráfico.
Ha expuesto en diversas ciudades españolas y portuguesas, participado en ferias y certámenes y trabajado con distintas galerías. Hace pocos años, una obra suya fue adquirida en el Premio de Artes Plásticas Sala El Brocense.
Con esta muestra Acedo nos plantea la siguiente reflexión:
“La conciencia surge justamente en el lugar de la huella de un recuerdo.”
Marcar mejor que cortar
Marcar, señalar, dejar un vestigio, una impresión profunda, un rastro material, el indicio de que alguien ha pasado por allí, dejando una señal para el que aparece después, un aviso, marcar para crear consciencia. Esas marcas se transforman en huellas; esas huellas en imágenes, la imagen en el producto y el producto es la esencia de nuestro entorno social. Marcar siempre es mejor que cortar, que separar, que olvidar e ignorar, marcar aquello que nos atemoriza para identificarlo y desactivarlo, para avisar a los que nos preceden.
Sobre esta idea transita el sendero de marcas propuesto por el artista Manolo Acedo para construir su propio relato en el que se sirve de la fotografía, el apropiacionismo, el collage y la ilustración digital para realizar imágenes y objetos en los que la carne se convierte en material de construcción visual, más allá del tema. En las imágenes creadas con pieles heridas, laceradas, órganos sangrantes, membranas, vísceras e imágenes deformadas por muy diversas técnicas implanta elementos gráficos o simplemente deforma las características de las mismas para crear un ente que representa todo lo perverso del ser humano, toda su psicosis, su violencia, su crueldad y la ansiedad a la que está condenado. Resultando imágenes que reclaman una explicación; una idea que reordene el caos del sentido extraviado, estas imágenes nos estimulan a plantearnos preguntas y lecturas de lo que percibimos como realidad.